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jueves, 22 de diciembre de 2011

AMOR, LIBERTAD Y PAZ


Amor, libertad y paz es el sueño de abundancia que deseamos para la Humanidad, empezando por Medellín, el área metropolitana del Valle del Aburrá y Antioquia.
Y lo curioso es que ese mismo sueño lo tiene la inmensa mayoría y entonces es lógica la pregunta ¿porqué no tenemos este tipo de abundancia y como realmente la podríamos conseguir? ¿Es posible conjugar al mismo tiempo estos tres aspectos?
Solo hay dos emociones básicas de las cuáles se derivan todas las demás: el amor y el temor. ¿Por qué si deseamos el amor vivimos con tanto temor?
Con temor no puede haber libertad y sin amor ni libertad mucho menos paz y con una conciencia colectiva de temor y consumo, creamos violencia, egoísmo y esclavitud. El temor esclaviza y dicen por ahí que “¿Para donde va Vicente? Para donde va la gente” y Vicente camina con la gente buscando la seguridad que no tiene en su interior y eso es muy lejano a la libertad.
La moda, la religión, las leyes, las costumbres, los calendarios, los horarios, la educación, son formas de canalizar para donde va la gente y Vicente sigue con ella, así en su interior viva en una rutina cotidiana que produce pánico y estrés, en el mejor de los casos. Los préstamos bancarios y el sistema financiero con su especulación, sí que canalizan la gente, al igual que los medios de comunicación y entre todas éstas estrategias programáticas, se va creando una conciencia colectiva y con ella, entre todos vamos construyendo la realidad. Una realidad en donde aceptamos que la vida es nacer, crecer, reproducir, envejecer y morir. Tal vez por esta programación de la conciencia colectiva aceptamos que “el fin justifica los medios” y hoy estamos en una encrucijada de un círculo vicioso donde seguimos viviendo para el crecimiento económico y caminamos hacia el precipicio de un suicidio colectivo.
Si seguirnos a Vicente, nos quedamos sin gente, y como dice el cantautor Alberto Cortés, “Nos olvidamos que somos los demás de los demás”, luego aconsejamos no seguir a Vicente a todo aquel que ame a Dios, se ame, ame a su familia y a la Humanidad.
El sueño que tenemos es la prosperidad de la Humanidad con libertad y así viviremos en paz y fraternidad. Solo es posible si aprendemos a amar y empecemos a caminar solo por este camino, dejando atrás el camino del temor. Esa es la visión del Planeta Azul.
Nuestra fundación es propositiva y lo que aquí proponemos es una estrategia para materializar el sueño.
Aunque nos han educado  con que el tiempo es oro, es necesario reflexionar sobre la realidad que hemos construido y aceptar que vamos por el camino de la muerte, por lo que debemos ajustar nuestras creencias para poder emprender el camino de la vida. Ahora el tecnicismo nos enseña que vida es sostenibilidad y el modelo de desarrollo al que le hemos creído hasta ahora es insostenible. Es necesario aceptar que estamos enfermos para iniciar el camino de la sanación.
Debemos dejar de entretenernos en solo industria, comercio y crecimiento económico. Ocupamos todo el tiempo en estos aspectos y lo que ocupa nuestro tiempo ocupa nuestra mente y por eso no tenemos el pensamiento claro para saber que debemos hacer.
En Colombia, creemos que 18 millones de colombianos pueden vivir con un salario mínimo y si no lo creemos, no deberíamos pagar esos salarios porque no es ético ocupar el tiempo completo de un empleado sabiendo que con lo que le pagamos no puede vivir. La ética nos enseña lo que podemos hacer y lo que debemos hacer. Podemos pagarlo porque cumplimos con la ley pero ¿debemos pagarlo y exigir productividad y lealtad a nuestros empleados que no pueden vivir con lo que les pagamos?
Si consideramos que con ese salario mínimo puede vivir nuestros 18 millones de empleados compatriotas, ¿porque creemos que con las utilidades acumuladas que tienen nuestras empresas, industrias, bancos y corporaciones financieras año por año no es suficiente y nos podemos quebrar? Tenemos mucho temor de quebrarnos y lo manifestamos con el poco amor que expresamos con nuestros salarios mínimos.
Si la respuesta es la competitividad y productividad, consideramos que estos conceptos técnicos provenientes de razonamientos económicos de culturas extrañas a la nuestra, generan sociedades desmoralizadas, egoístas y sin amor. Estas teorías han traído mucha riqueza para pocos pero nula prosperidad para todos. En 2008 en nuestro país el 20% tenía el 60% de la riqueza y el 80% restante se disputaban el otro 40%[1] y el Informe sobre Desarrollo Humano de 2011[2] nos catalogó como el tercer país más inequitativo del mundo y mi hermosa ciudad de Medellín fue catalogada como la capital más inequitativa de Colombia[3]. Y sin embargo, Colombia ha tenido un crecimiento económico constante en los últimos 9 años por encima del promedio latinoamericano[4].
La conciencia colectiva de consumo absorbe la mente de Vicente y como no tiene con qué consumir, pues se desmoraliza, se vuelve egoísta y sin corazón, y como sin pan no hay paz, pues riqueza con inseguridad no es prosperidad para nadie, ni para el mismo Vicente si se hace rico ilícitamente.
Los paisas tenemos fama de ser los mejores empresarios de Colombia y estas cifras nos indican que algo estamos haciendo mal, pues hay mucha riqueza pero nula prosperidad y tenemos que ser muy “pendejos” si no hacemos algo.
El 24 de mayo de 2010 “El Colombiano” publicó la noticia de que estamos siendo considerados un país “civeta” es decir, de clase media en el mundo. ¡Qué alegría, pasamos de ser un país pobre del tercer mundo, a un país de clase media! mundial[5], según los expertos económicos internacionales y por eso somos “…naciones que se abren camino en el escenario mundial gracias a sus altas tasas de crecimiento, sus grandes poblaciones y su voraz apetito por el consumo de nuevas marcas”, y además “…tendrá acceso a todo el portafolio financiero global”.
¿Quién entro a la clase media mundial, el 80% del pueblo colombiano que se disputa el 40% de la riqueza del país o el 20% que tiene el 60% de la riqueza? Y este 20% es el nicho de mercado de las grandes marcas nacionales de comercio que se ven reflejadas en los centros comerciales y en algunas industrias como la automotriz.
Con la noticia de ser un país civeta, vendrán nuevas marcas internacionales que desearan atender el “voraz apetito por el consumo de nuevas marcas” de ese pequeño 20% de la población y los empresarios colombianos tendrán que competir con ellas. Teniendo en cuenta el volumen de bienes que pueden atender estas internacionales marcas en el mundo y la tecnología para producirlos, es bastante razonable que estos precios podrían ser más económicos o mantener precios altos por la imagen de la marca, y en ambos casos, consideramos que los empresarios nacionales perderán la competencia y muchos de ellos saldrán del exclusivo 20% que tiene el 60% de nuestra riqueza.
Y entonces, ¿Dónde está la verdad del modelo de desarrollo económico impuesto por culturas extrañas a las nuestras y que hemos aprendido en nuestras universidades de administración? ¿Nuestros empresarios cumplen la tarea, pasan a ser civetas y luego les “dan en la cabeza” y todos los colombianos en la pobreza?
¿Cuánto cuesta el cambio climático para nuestro país? ¿Cuánto cuesta atender a los damnificados por el invierno, construir carreteras modernas acordes a nuestra topografía, y los cultivos que se pierden? ¿Maldita Niña o maldito cambio climático producido por los gases de efecto invernadero de las fábricas ubicadas en los países extraños donde producen masivamente las marcas que los ricos de los países civetas desean consumir?
La experiencia valida el conocimiento y la experiencia que hoy vivimos con la crisis económica, el cambio climático y el bajo desarrollo humano, nos señala que la ciencia económica y financiera de los gurús extraños que hemos copiado como modelo para nuestro territorio, no es la correcta y que debemos ajustarnos a nuestra propia realidad y construir el futuro o simplemente seguimos equivocados y pendejos como Vicente que ve la tragedia en el espejo del frente y sin embargo, sigue derechito para el abismo.
La experiencia nos revela que el primer mundo, el “mundo desarrollado” con su sistema financiero especulativo tiene en jaque al sector real en el mundo entero y lo dice la presidente del FMI[6]; tiene en jaque al mundo con el cambio climático, tiene en jaque a los recursos naturales con su programación colectiva de consumismo que de seguir así necesitaríamos 1,5 planetas y solo tenemos uno[7], está enfermo mental y emocionalmente gastando en un día en armas, seis veces el presupuesto anual de la FAO[8], mientras tenemos más de 19 religiones oficiales que atienden a 7.000 millones de feligreses. Colombia decomiso 150 toneladas de cocaína en 2011 y eso significa 150´000.000 de dosis personales de cocaína y eso es un indicador crucial de la enfermedad mental que padece el primer mundo y nosotros siguiéndoles sus ciencias económicas..
Nos han creado el caos y seguramente dirán que tienen la clave para salir de ella, creando un nuevo orden que atenta a la larga con el amor, la libertad y la paz. La crisis financiera mundial podría dejar en la ruina a muchos ricos de países civetas y esclavizarlos al nuevo sistema. O poner a pelear ricos y pobres puede ser otra estrategia, pero con esto los ricos dejan de ser pobres, los pobres siguen igual de pobres y todos sujetos al nuevo sistema. Crear el caos para crear un nuevo orden, es una estrategia bastante vieja que en el arte de la guerra se ha utilizado.
¿Qué los paisas somos unos berracos? Pues si somos capaces de dejar de caminar al lado de Vicente, pues sí lo somos; en caso contrario, moriremos con el ego hinchado de creer que sí lo éramos.
En el mundo somos muchos, millones, que no caminamos con Vicente. Algunos de ellos están “indignados”[9] por el sistema programático que ha generado esta conciencia colectiva que va hacia el suicidio colectivo. Las marchas van creciendo y con las redes sociales, es posible que un simple “click” defina un credo, un voto y un consumo. Instituciones religiosas, políticas y empresariales están viendo como nuevos caminantes virtuales se unen para caminar de la mano y decidir el futuro del mundo. El consumo verde y social no es una moda, es una tendencia ajena al establecimiento, surgido de la conciencia y el deseo de vivir en amor, libertad y paz.
El poder social sustenta el poder religioso, político y empresarial que está arriba de la pirámide y un buen empresario debe saber de esta verdad y tenerla muy en cuenta para la sostenibilidad empresarial. En la década de los sesenta y setenta, estos mismos ideales de amor, libertad y paz, movieron a juventudes y hoy, sus hijos y en algunos casos nietos, han aprendido de la historia pero los ideales siguen intactos.
Si no aceptamos, no hay cambios. Si aceptamos la realidad habrá cambios. Al sector empresarial le cabe evolucionar o la r-evolución de los “indignados” los harán cambiar.
La sustentabilidad del poder social promueve la sostenibilidad del poder económico y religioso y con ellos, el poder político.
Tenemos la oportunidad para construir un desarrollo sostenible propio que debe estar sustentado en el desarrollo del Ser, peritiendo el reconocimiento de nuestros atributos esenciales espíritu, mente y cuerpo.
Debemos volver a Dios.
La religión es un puente que permite religar la dimensión física a la dimensión espiritual. La religión no es el fin, es el medio para llegar a Dios. Ninguna religión salva, lo que salva es la fe en Dios y solo es posible en la experiencia espiritual. Somos templos del Espíritu que mora en el corazón y cuando nos reunimos en templos construidos por manos de hombre, los hacemos sagrados porque nos congregamos seres espirituales. Jesucristo predicaba en toda parte porque tenía la conciencia del Espíritu y expresaba que sus palabras no eran de él sino del Padre.
El principio de la sabiduría es el amor a Dios. Con sabiduría tendremos libertad.
“¡Oh libertad que perfumas las montañas de mi tierra, deja que aspiren mis hijos tus olorosas esencias!” No le pidamos a la libertad que cuide a nuestros hijos, debemos hacer la libertad y con ella cuidaremos a nuestros hijos. Antioquia es un pueblo por tradición cristiano y Jesucristo nos enseñó que la verdad nos hará libres. Necesitamos un batallón de jesuitas que con el amor a Dios y el ejemplo de Jesús, seamos de verdad cristianos y entre todos construyamos una Nueva Tierra, en nuestras tierras.
La libertad no es igualdad. El Universo no es igual pero en la diferencia hay unidad y armonía. El amor es Unidad y los empresarios pueden crear común-unidad con la comunidad para emprender proyectos productivos comunitarios ecológicos y así generan mayor riqueza y construyen equidad social. Disminuimos ese 80% que se disputa ese 40% de riqueza y con ello ganamos todos. El paisa tiene muchas ideas y la universidad está llena de nuevas y brillantes ideas de líderes que conocen su comunidad, y saben formular planes de negocios.
Nuestra fundación promueve el programa Nueva Tierra con este objetivo y necesitamos los empresarios berracos que compartan nuestra visión con nosotros y juntos potencialicemos una región paisa ambiental para el mundo, con bienes y servicios ecológicos que tienen mercado en todo el planeta. De ahí la importancia que planteamos de construir una nueva Cultura Empresarial Ambiental pero te necesitamos.
Nadie puede dar lo que no tiene y solo el que tiene riqueza puede tener el capital semilla para emprender estos proyectos asociativos y estamos en proceso de crear los Fondos de Inversión Éticos (FIE) para generar la confianza que el sistema financiero especulativo ha hecho perder.
Reunámonos y permita que Visión Planeta Azul sea su canalizador en la Inversión Social que es necesaria y que la ley permite y beneficia tributariamente bajo el esquema de la Responsabilidad Social Empresarial.
Medellín y el Valle de Aburrá es el fractal o prototipo de la Nueva Tierra. Con Amor y Libertad habrá prosperidad y con ella, la Paz viene por añadidura.
Fuimos conocidos en el mundo por el Cartel de Medellín y en ausencia de la oscuridad, la luz no sería luz y por eso bendecimos, perdonamos y amamos a todas las personas y familias que fueron partícipes de esta época. Todos los miembros de la sociedad de esa época fuimos responsables del Cartel de Medellín, por acción u omisión y ahora todos seremos responsables de la Luz que brilla en este hermoso Valle de Aburrrá, donde todos, sin excepción, deben tener la oportunidad de recibirla, por amor a Dios y con su sabiduría, lo podremos hacer.
A la ciencia se le debe sumar la conciencia y a la razón, el corazón. Conciencia y corazón son la base de nuestra sostenibilidad y la de nuestros hijos

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